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Pillado, para no citar sino algunos de los ya desaparecidos, revistió singular importancia. Tenia ella por principal objeto tomar posesión del local que, merced a la intervención del socio don José Juan Biedma y a la aquiescencia del ministro de instrucción pública, doctor Joaquin V. González, habla cedido el general Roca, presidente de la república, para que la junta celebrara sus sesiones y guardara su archivo, biblioteca y monetario. Presidiendo el acto, el general Mitre pronunció un discurso, en el cual hizo notar que la deferencia usada por el gobierno nacional para con la junta acordaba a ésta «el carácter de institución pública», según su propio decir, agregando que creia conveniente se consignaran en el acta de esa asamblea algunas de sus palabras «como muestra de gratitud al gobierno y de feliz augurio de la prosperidad en el futuro de la junta, que iba a continuar sus trabajos en el local que cobijó e Mariano Moreno, numen de la Revolución de Mayo». El edificio a que aludia el general Mitre en su alocución, era, en efecto, el antiguo de temporalidades, situado en la calle de Perú entre Alsina y Moreno, ocupado antaño por la imprenta de la Gaceta de Buenos Aires» y en esa oportunidad por el archivo general de la nación, repartición pública bajo cuyo techo protector se ha slojado desde entonces la junta, siguiendo después a su gentilisimo casero en la mudanza de domicilio por él efectuada, que lo ha traido al sitio donde nos hallamos.

II

No se engañaba nuestro fundador en su vaticinio. Organizada la junta institucionalmente, provista de un local propio por los altos poderes de la nación, entregada de lleno a la labor cientifica, el prestigio de la corporación fue aumentando, y, a la par, creciendo la consideración que las autoridades públicas y la sociedad en general ibanle dispensando. Espontáneamente, naturalmente, sin que nadie lo buscara ni pidiera, la junta llegó pronto a convertirse en una institución semioficial, a tomar la investidura de institución pública que el general Mitre le había pronosticado. Un pequeño subsidio que le acordó el presupuesto nacional permitióle ampliar su esfera de acción y editar obras por cuenta propia. Pero, en lo que los altos poderes del estado revelaron más grande estima y