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¿No suele suceder hacer un viaje por curarse para morir en el camino?

Ir por lana para salir trasquilado.

Madame de Staël dice, que viajar es, digan lo que quieran, un placer tristísimo.

Sea de esto lo que fuere, yo digo que viajando por los campos en noche clara ú obscura, es un placer dormir.

Por mi parte al tranco, al trote ó al galope, yo duermo perfectamente. Y no sólo duermo sino que sueño.

Cuántas veces un amigo que tengo en Córdoba, Eloy Ávila, no sorprendió mis sueños, y yendo á la par mía no me alzó el rebenque.

Sea de esto lo que fuere, el hecho es que el camino de la Laguna Alegre al Monte de la Vieja, no permitiendo dormir á gusto por el inconveniente de los arbustos, me pareció poco divertido.

Por fortuna, el terreno era mejor que el de la primera etapa. El guadal no nos amenazaba á cada paso, las mulas cargueras no caían y levantaban acá y acullá como antes de llegar á la Alegre.

Serían las tres y media de la mañana cuando llegamos al Monte de la Vieja.

Amanecía muy tarde, así fué que resolví pasar allí otro rato.

¡Desensillar y á la leña! fué el grito de orden.

El fogón volvió á arder con una rapidez maravillosa.

Uno de los talentos del gaucho argentino, consiste en la prontitud con que halla leña y en la asombrosa facilidad con que hace fuego.

Ellos hallan leña donde ningún otro la ve, y hacen fuego en el agua.

Y á propósito de leña que no se ve, ¿conoces, Santiago, lo que es el algarrobo alpataco?