breo del animal que nos durmiéramos profundamente.
Todos los que viajan, ponderan alguna maravilla, la que más ha llamado la atención, ó tienen alguna anécdota favorita, algo que contar, en suma, aunque más no sea que han estado en París, barniz que no á todos se les conoce.
¿Dirás que no es cierto?
En lo que suelen estar divididas las opiniones de los tourist, y desde luego las opiniones de los que no han viajado, que es más fácil coincidir en pareceres cuando se conocen prácticamente las cosas, es sobre el capítulo: placer de los viajes.
Ni todos viajan del mismo modo, ni por las mismas razones, ni con el mismo resultado.
Se viaja por gastar el dinero, adquirir un porte y un aire chic, comer y beber bien.
Se viaja por lucir la mujer propia, y á veces la ajena.
Se viaja por instruirse.
Se viaja por hacerse notable.
Se viaja por economía.
Se viaja por huir de los acreedores.
Se viaja por olvidar.
Se viaja por no saber qué hacer.
Vamos, sería inacabable el enumerar todos los motivos por qué se viaja; como sería inacabable decir para qué se viaja.
No olvidemos que estas dos proposiciones, aunque son muy parecidas, gramaticalmente no significan lo mismo. Ambas significan causa ó fin; pero para responde más que por á la idea de efecto.
Por ejemplo:
¿No es común ir á Europa por instruirse para olvidar lo poco que se ha aprendido en la tierra?