VI
El ejército volvió á ocupar sus posiciones de Tuyutí; mi batallón su antiguo reducto.
Durante algún tiempo fué pan de cada día conversar del asalto de Curupaití, ora para hacer su crítica, ora para recordar los héroes que cayeron mortalmente heridos aquel día de luto.
La sucesión del tiempo, nuevos combates, otros peligros iban haciendo olvidar las nobles víctimas.
Sólo persistían en el espíritu el recuerdo de los predilectos—de esos predilectos del corazón, cuya imagen querida no desvanecen ni el dolor ni la alegría.
De cuando en cuando, los hospitales de Itapirú, de Corrientes y de Buenos Aires, nos remitían pelotones de valientes curados de sus gloriosas y mortales heridas.
La humanidad y la ciencia hacían en esa época de lucha diaria y cruenta verdaderos milagros.
¡Cuántos que salieron horriblemente mutilados del