V
El fogón es la delicia del pobre soldado, después la fatiga. Alrededor de sus resplandores desaparecen las jerarquías militares. Jefes superiores y oficiales subalternos, conversan fraternalmente y ríen á sus anchas. Y hasta los asistentes que cocinan el puchero y el asado, y los que ceban el mate, meten, de vez en cuando, su cucharada en la charla general, apoyando ó contradiciendo á sus jefes y oficiales, diciendo alguna agudeza ó alguna patochada.
Cuando Calixto Oyarzábal, mi asistente, dejó la palabra, con sentimiento de los que le escuchaban, pues es un pillo de siete suelas, capaz de hacer reir á carcajadas á un inglés, pidiéronme mis circunstantes mi cuentito.
Yo estaba de buen humor, así fué que después de dirigirle algunas bromas á Calixto, que con su aire de zonzo estudiado, ha hecho ya una revolución en