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za plena en la buena fe del que les obsequia, hasta que éste no lo haya hecho primero.

Una vez que la confianza se ha establecido cesan las precauciones, y echan al estómago el vaso de licor que se les brinda, sin más preámbulos que el de sus preocupaciones.

Una de ellas estriba en no comer ni beber cosa alguna, sin antes ofrecerle las primicias al genio misterioso en que creen y al que adoran sin tributarle culto exterior.

Consiste esta costumbre en tomar con el índice y el pulgar un poco de la cosa que deben tragar ó beber y en arrojarla á un lado, elevando la vista al cielo y exclamando: ¡para Dios!

Es una especie de conjuro. Ellos creen que el diablo, Gualicho, está en todas partes, y que dándole lo primero á Dios, que puede más que aquél, se hace el exorcismo.

El parlamento se inicia con una serie inacabable de salutaciones y preguntas, como verbigracia:—¿Cómo está usted? ¿cómo están sus jefes, oficiales y soldados? ¿cómo le ha ido á usted desde la última vez que nos vimos? ¿No ha habido alguna novedad en la frontera? ¿No se le han perdido algunos caballos?

Después siguen los mensajes, como por ejemplo:—Mi hermano, ó mi padre, ó mi primo, me ha encargado le diga á usted que se alegrará que esté usted bueno en compañía de todos sus jefes, oficiales y soldados; que desea mucho conocerle; que tiene muy buenas noticias de usted; que ha sabido que desea usted la paz y que eso prueba que cree en Dios y que tiene un excelente corazón.

Á veces cada interlocutor tiene su lenguaraz, otras es común.

El trabajo del lenguaraz es ímprobo en el parlamen-
UNA EXCURSIÓN 2.-TOMO I