cuando menos pensábamos brotaban á nuestro lado, por decirlo así, incorporándose á mi comitiva.
Ibamos formados á ratos, yendo yo con Caniupán adelante, sus indios, atrás y después de éstos mi gente; otras veces en dispersión.
Andando con indios no es posible marchar unidos.
Ellos le aflojan la rienda al caballo para que dé todo lo que puede, sin apurarlo nunca; de modo que los jinetes cuyo caballo tiene el galope corto se quedan atrás y los otros se van adelante.
Toda marcha de indios se inicia en orden; al rato se han desparramado como moscas, salvo en los casos de guerra. En ésta, pelean unidos ó en dispersión, á pie linos, caballo otros, interpolad todos según las circunstancias.
En un combate que mis fuezas tuvieron con ellos en los Pozos Cavados, pelearon interpolados. Mi gente, siendo inferior en número, había echado pie á tierra.
Le llevaron tres cargas, que fueron rechazadas á balazos, y al dar vuelta caras, los pedestres se agarraban de las colas de los caballos, y ayudados por el impulso de éstos, se ponían en un verbo fuera del alcance de las balas.
En marcha, que no es militar, los indios no reconocen jerarquías.
Lo mismo es para ellos la derecha que la izquierda, ir adelante que atrás: el capitanejo, el cacique menor mayor, todo es igual al último indio. El terreno, el aire de la marcha y el caballo deciden del puesto que l'eva cada uno. ¿Va bien montado el cacique? se le verá adelante, muy adelante. ¿Va mal montado? Se quedará rezagado. Y el lujo consiste en tener el caballo de galope ás largo, de más bríos y de mayor resistencia.
Ya veremos cómo los mismos caballos que nos roban