-Una seña particular… un dato… No, no. Pues, era un hombre completamente vulgar. Así más o menos de mi estatura -el comisario era un poco alto-; grueso y de carnes flojas. Pero una seña particular… no… al menos que yo recuerde…
Como el señor comisario no sabía decirme más, salí, agradeciéndole de nuevo.
Me dirigí presuroso a mi casa; me encerré en el estudio; encendí mi pipa y saqué las fotografías, que con aquel dato del periódico eran preciosos documentos.
Estaba seguro de no poder conseguir otros y mi resolución fue trabajar con lo que la fortuna había puesto a mi alcance.
Lo primero es estudiar al hombre, me dije. Y puse manos a la obra. Miré y remiré las fotografías, una por una, haciendo de ellas un estudio completo. Las acercaba a mis ojos;