INICIATIVAS FEMENINAS 95
son los responsables de su marcha y dirección.
—Pero el cura es hostil á mi idea—podrá decir alguna.
—«¿Estáis bien segura de ello, señora? Acaso no hayáis estado afortunada al exponérsela, y él ha podido presentir una competencia á su con- gregación. Pero hacedle ver que es una aliada, no una enemiga, lo que tratáis de formar. Ade- más, quizás no le hayáis dejado entrever la in- fluencia legítima y necesaria que esta nueva agru- pación puede desempeñar. Creedme, señora: in- sistid en vuestra tentativa; no dudo que vuestra perseverancia y delicadeza femenina triunten en este primer obstáculo, que las más de las veces es sólo aparente.
Otra consideración de importancia es que la iniciativa de esta obra debe ser tomada por persona que inspire afecto á las jóvenes, que haya sabido ó tenga la confianza de que sabrá hacerse amar; cosa fácil cuando no se tienen ciertos defectos de carácter. Por el contrario, te- ned presente que determinadas personas, á pesar de su celo—y yo me atrevería á decir que por su exceso mismo de celo,—fracasarían indefectible- mente. No es dada á todo el mundo la facultad de inspirar simpatía; pero quien ha recibido tan precioso don, debe emplearlo en el servicio de la causa.
Por último, hay que evitar en lo posible dar, ni aun en la apariencia, carácter político á una obra que debe ser ante todo y sobre todo esen- cialmente cristiana. No rechacemos concurso al- guno; pero sepamos quedar independientes de todo bando, aun del de las gentes bien pensadas. El cura en su parroquia debe estar con todos, y en estos grupos cristianos parroquiales deben ser admitidos todos los hombres, sin distinción de matiz político ni consideraciones mundanas.