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INICIATIVAS FEMENINAS 63

IV

Esta misión bastaría por sí sola para justificar las. medidas de protección que el legislador ha tomado en favor de la obrera (1). En la mujer que trabaja'en el taller ó en la fábrica la sociedad debe ante todo proteger á la madre.

Pero un dato curioso, á la vez que lamentable, es que la legislación dedicada á proteger el tra- bajo de la mujer no tiene quizás adversarios más encarnizados que los feministas. Madame H. J. Brunhes se encarga de demostrarnos este aserto en sus estudios sobre las mujeres y el mo- vimiento social (2). Además, no hay Congreso de- dicado á la reivindicación de los derechos de la mujer donde no se pida la supresión de las leyes de protección al trabajo de la mujer.

En este punto tenemos que reconocer con sen- timiento que las católicas no forman excepción. Y, sin embargo, deberían tener presente las en- señanzas de la Encíclica Rerum novarum, don- de puede verse lo siguiente: “Lo que es sus- ceptible de realizar un hombre joven y sano, no sería equitativo exigirlo á una mujer ó á un niño. La infancia en particular—y esto debe ser obser- vado estrictamente—-no debe entrar en la fábrica sino después de aquella edad en que sus fuerzas físicas, intelectuales y morales hayan tenido el suficiente desarrollo. De lo contrario, como se

(1) En la tercera parte de esta obra, dedicada al trabajo de la mujer, estudiamos en detalle lo relativo á las leyes de pro- tección á las obreras. En esta parte general sobre el movi- miento feminista no hacemos más que indicar el contenido del programa económico de los feministas y hacer observar algunas omisiones de los mismos, por cierto muy lamentables.

(2) V. Association catholique, 15 Enero y 15 Marzo 1903.