60 CIENCIA Y ACCIÓN
ha dedicado con más empeño á hacer triunfar es- tas reclamaciones. Lentamente ha venido hacien- do una ruidosa campaña, victoriosa al fin, prime- ro en favor de la mujer médica, después de la abo- gada, y últimamente de la arquitecta.
Este aspecto del feminismo, que ha dado lugar á innumerables discusiones en los periódicos, que ha sido pretexto para muchos chistes, y que ha inspirado alguna que otra vez el lápiz de los ca- ricaturistas, es relativamente secundario, pues sólo modifica la condición de algunos millares de mujeres.
Mucho más importantes son las otras reclama- ciones del orden económico, puesto que afectan á varios cientes de miles de personas cuya situa- ción mejoraría notablemente desde el momento en que fueran implatadas.
La más capital, la que supera en interés prácti- co á todas las otras, es la relativa al jornal, á la ganancia cotidiana.
En general, el salario de la mujer es bastante inferior:al del hombre, no constituyendo aquél, como se dice usualmente, sino un salario de ayu- da, suplementario. La relación en que se encuen- tran ambos suele ser la de un tercio, y aun á ve- ces de una mitad; diferencia que no se explica ni por la desigualdad entre las necesidades de uno y otro sexo, ni por un menor rendimiento del trabajo femenino. Se explica, en parte, por la si- tuación de la mujer desde el punto de vista civil y político, por el poco uso que ha hecho hasta ahora de la organización sindical y por la gran competencia, por la excesiva oferta de trabajo fe- menino. “Pero la razón principal, la que más fun- damento parece tener, es la siguiente: Partiendo del hecho de que la mujer ha encontrado siempre en todo ó en parte su subsistencia en el hogar doméstico, se ha considerado su salario en el tra-
