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INICIATIVAS FEMENINAS 51

Pero volvamos á la conversación del concejal M. Laporte con madames Gérin-Lajoie y Thi- bodeau. “Madame Thibodeau propuso organizar en sus cursos de Higiene explicaciones y discu- siones familiares sobre aquel asunto. M. Laporte se dió por satisfecho, y, seguro de la buena dispo- sición de sus colegas, fué cerca de ellos uno de nuestros más decididos aliados. Ya no se trataba más que de redactar una nueva solicitud: lo hice con toda urgencia pidiendo que no sólo las pro- pietarias de la casa en que viven, sino también las que habitan en casa de alquiler tuviesen derecho á votar, como lo habían tenido hasta entonces, y que se concediera igualmente á las propieta- rías que estuviesen divorciadas. La victoria fué completa, pues nuestra proposición se aceptó por unanimidad, incluso por M. Martineau, el autor de las medidas hostiles á los derechos de la mujer, que, no queriendo, sin duda, indisponer- se con sus electoras, votó contra su misma obra. Y todavía fué más allá M. Laporte, toda vez que propuso, y fué aceptado, que se concediera el voto á todas las mujeres divorciadas, fuesen ó no propietarias, .

Vemos, pues, que, gracias á la destreza, activi- dad y energía de algunas mujeres de corazón que no vacilaron en ponerse al frente de aquel movi- miento, consiguieron las de Montreal lo que se habían propuesto. Ahora bien; entre canadienses y franceses hay bastantes afinidades de raza: somos primos hermanos de muchos habitantes del Canadá, y en estos tiempos de lucha por la libertad religiosa parécenos muy oportuno citar á las mujeres francesas el ejemplo de valor cívico dado por nuestras “primas, de Montreal. ¿No es de creer que si entre nosotros la mujer tuviese el derecho de votar las cosas marcharían de muy distinto modo?