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INICIATIVAS FEMENINAS 49

pida y enérgica determinación produjo á estos señores gran sorpresa: no querían retroceder ante nuestra actitud, y se valieron de una extratage- ma, que consistió en acceder á equiparar á las mujeres divorciadas con las viudas y célibes para los efectos del voto, pero manteniendo la condi- ción de que sólo las propietarias conservarian en lo sucesivo tal derecho.

Si esta medida se adoptaba, más de las dos terceras partes de las electoras tenían que perder el derecho á depositar su papeleta en las urnas para las elecciones municipales, pues de 4.804 que había inscritas en el censo sólo quedarían 2.733, mas las esposas divorciadas, que, según datos, no son muchas en Montreal.

El golpe era terrible para los defensores de la causa femenina; pero no se arredraron, sino que estuvieron á la altura de las circunstancias, y, particularmente las mujeres, dirigieron la lucha con una energía y una habilidad que prueba que en las campañas periodísticas la mujer—habla- mos de las canadienses—nada tiene que aprender de los hombres.

Los periódicos se pusieron al servicio de la causa, y no hubo ni un solo director que se resis- tiera: antes bien, todos acogían con placer ¡a prosa mordaz y satírica de las protagonistas del feminismo canadiense, no habiendo, como dice, no sin orgullo, madame Gérin Lajoie, “ni una no- ta discordante, ni una negativa de parte alguna, .

Nuestra compañera de la Femme contempo- raine, hablando del asunto, se pregunta en qué consiste esta influencia de las canadienses, y res- ponde en los siguientes términos, que nos pare- cen del todo exactos: “Las mismas canadienses lo dicen: creen que su abnegación es mayor, y su palabra más desinteresada qué la de los hombres. Cuando toman sobre sí la defensa de una causa,

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