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INICIATIVAS FEMENINAS 47

que, no teniendo elector varón que representase sus intereses, era racional y justo que ellas direc- tamente intervinieran en dichas elecciones.

Pero parece ser que las canadienses han venido haciendo un uso muy moderado de su derecho, y esa misma parquedad, casi rayana en la absten- ción, ha dado lugar á que se cometan abusos harto sensibles, uno de los cuales señala mada- me Gérin-Lajoie, distinguida dama del Consejo de mujeres del Canadá. “Durante tres años, dice (1), ha habido multitud de escándalos. Muchachas poco escrupulosas y sin conciencia, después que hubieron adquirido la seguridad de que las mu- jeres recatadas no se presentaban á votar, toma- ron sus nombres para favorecer con sus sufragios á mujeres casquivanas ó de dudosa honradez. De donde resultaba que el voto concedido á una ho- nesta muchacha que honradamente se ganaba la vida, ó á una viuda que sostenía dignamente su familia, había servido, no de instrumento de mo- ralización, ni de edutación de la conciencia pú- blica, sino de auxiliar del mal., Hay que confesar que esto haría reir aun al más exagerado misógi- no. ¡El sufragio femenino acusado de presentar los mismos inconvenientes y dar lugar á los mis- mos abusos que el tan escarnecido sufragio mas- culino! ¡Qué desquite contra vosotras, señoras mías!

Esos caballeros de Montreal, procediendo con poca galantería —salvo excepciones — quisieron sacar partido de esa acusación para restringir más aún el derecho de la mujer, y cuando menos se esperaba, el Consejo de regidores dispuso que en lo sucesivo únicamente tendrían voto las muje-

(1) V. enla Femme contemporaine de Diciembre de 1903 el interesante artículo de J. Teincey, sobre los canadienses ante el voto municipal de Montreal.