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INICIATIVAS FEMENINAS 43

reconozca competencia para juzgar de las cues- tiones que afectan á esos mismos intereses? Pues, entonces, con menos motivo se podrá eliminar á las mujeres que ejerzan una profesión. Si se tra- ta, por ejemplo, de la industria de confección de vestidos de señora, ¿por qué no conceder voto más que álos modistos, con exclusión de las mo- distas? Y si de la industria agrícola, ¿por qué no á la colona ó arrendataria á quien su viudez no ha impedido seguir al frente de la labor ó explo- tación, y aun hacerla prosperar?

Hay, pues, que convenir en que es muy extraña la teoría que niega el voto á la viuda cuando la muerte de su marido ha venido á con- vertirla en el verdadero jefe de familia, y, en cam- bio, se reconoce ese derecho á un joven cual- quiera sin experiencia, y á veces sin empleo ni oficio alguno.

—Pero ese joven—se objetará—ya ha pagado su tributo á la patria; ha sido soldado.

—Aun siendo discutible la cuestión de si la maternidad debiera considerarse desde el punto de vista patriótico como equivalente al servi- cio militar, puede fácilmente contestarse á ese argumento diciendo que el derecho de sufra- gio no es correlativo con la obligación del ser- vicio de las armas; y buena prueba de ello es que no se priva del voto á los individuos que por razón de inutilidad física nunca han pisado un cuartel.

De cualquier forma que se mire, siempre ha de resultar difícil en una sociedad individualista, como la nuestra, pretender rebatir con justas razones el derecho de las mujeres á votar. Y aun- que el asunto se presta á objeciones chistosas, en las cuales no siempre sobresale el ingenio, hay que confesar que faltan argumentos verdadera- mente serios que puedan servir para equiparar á