PRÓLOGO
Presenciamos actualmente en Francia un des- pertar de las energías femeninas.
Por todas partes, en las distintas esferas de la actividad humana, surgen iniciativas que desde los primeros instantes no dejan de producir cierta estupefacción entre los espectadores, y más aún entre las espectadoras, si bien ya unos y otras las ven con la mayor naturalidad.
Hoy nadie se escandaliza porque las mujeres se reúnan en Congresos para examinar entre sí las cuestiones que las afectan ó interesan.
No choca que tengan sus revistas y sus perió- dicos, que pidan la. revisión del Código y que pugnen por el ingreso en las carreras, aun en las privativas del hombre. Ni causa tampoco la menor sorpresa ver á algunas tomar la palabra en las reuniones públicas, á pesar de que hasta ahora sólo se había visto desempeñar tal papel á las “compañeras, socialistas.
La cosa parece natural ó, por lo menos, casi na- tural. Y, sin embargo, hace tres ó cuatro lustros