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INICIATIVAS FEMENINAS 31

tener un premio en el próximo examen, todo eso, ¿quién procura inculcarlo en su corazón? El hie- rro falta en la sangre de la mujer—dicen los fisió- logos:—el bronce, añadiremos nosotros, falta también en su alma. ¿Y no es esto, en parte, la causa de que, careciendo del temple necesa- rio, sucumba tan fácilmente á las malas influen- cias sociales, no encontrando en su interior la fortaleza de espiritu suficiente para contrarestar- las? En un colegio dirigido por monjas se habla con frecuencia á las educandas de escapularios, de medallas, de novenas á la Virgen, de funcio- nes de iglesia á todo lujo: en cambio, apenas si conocen el Sermón de la Montaña; y cuando las contrariedades de la vida preocupen á esas jóve- nes, cuando vean con indiferencia las prácticas religiosas, de cuyo sentido y valor no pueden darse cuenta, ¿qué puede quedarles de una su- puesta educación que no es más que pueril mo- jigatería? El viento de la realidad barrerá bien pronto el oropel, y sólo quedará la rutina en el fondo de ciertas almas apartadas de Dios,.

Desde otro punto de vista, el canónigo mon- sieur Lagardére formulaba análogas observacio- nes: “... Hay que pregonarlo, y avergonzarse de ello: en nuestros tiempos de controversia y de exagerada crítica, hemos sido demasiado pe- rezosos en utilizar el procedimiento demos- trativo, añadiendo las pruebas á cada una de nuestras afirmaciones. No hemos tenido el valor de someter la inteligencia de la juventud á la gimnasia de la discusión. Por eso hemos formado almas que “creen creer,, pero que poco á poco dejan de creer, bajo el influjo de esta honda crisis que hoy experimentan todas las ideas, y para lu- char con la cual, por su sistema de educación, no se hallan convenientemente preparadas. Es hora, pues, de cambiar de método, ...