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INICIATIVAS FEMENINAS 235

alojamiento en familia que admite á las sindica- das,—pues las veladas son frecuentes y se pro- longan, á pesar de la ley. En primer lugar, las encargadas de tales casas tienen que velar tam- bién hasta la llegada de las obreras; después, á la mañana siguiente han de ir á casa de las patronas ó dueñas de obradores á enterarse de si realmen- te aquellas obreras han pasado allí aquellas horas ó han estado en otro sitio. La cosa no es fácil,

Academia de Ciencias morales ha demostrado las grandes di- ficultades que encuentran las jóvenes obreras para alojarse honestamente á precio razonable.

En el curso de su vasto y minucioso informe, Georges Pi- cot ha demostrado, en efecto, que en París los caseros se niegan frecuentemente á alquilar habitación á mujeres solas, He aquí las explicaciones que le ha dado un comerciante, muy respetable al parecer, que tenía un piso amueblado:

“Nunca consentimos en admitir mujeres solas. Las que tie- nen mala conducta dan escándalo; las que quisieran portarse bien serían causa de otro género de desorden; no tardarían en notar su presencia en la casa, y muchachas y muchachos que- rrían inducirlas á dar bailes ó reuniones; sentarían todos sus reales en el cuarto, y nuestros inquilinos no tendrían punto de reposo. Recibimos matrimonios ú hombres solteros. En París es preciso que la mujer tenga alguien que la proteja, y no es prudente que viva sin defensor,,.

Así, pues, la joven soltera y honesta se encontrará frecuen- temente privada de habitación decorosa. Se comprende, pues, que la mujer domiciliada en estas condiciones no tenga más que un pensamiento: vivir lo más pronto posible en una ha- bitación propia alhajada con muebles suyos. Pero aquí se presenta un nuevo peligro. “En cuanto posee un lecho y una silla—dice G. Picot,—la joven obrera busca una habitación, pero el precio es muy elevado. En los barrios próximos á su taller cuestan 200 ó 250 francos, 180 por lo menos. Un gabi- nete sin chisnenea vale 150 francos. Si se instala en los fau- bourgs, puede bajar á 120, á 116, rara vez á 100. Entonces en los malos días del invierno tiene que atender á los gastos de transporte. Pero esta independencia, que para un matri- monio es garantía de moralidad, para la joven soltera no ca- rece de peligros. Si tiene que afrontar riesgos en un cuarto amueblado, corre aventuras de otra especie en una habita- ción donde vive sola,,.