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pero es necesaria; y cuando las-sindicadas se so- meten á esta intervención y las patronas no están en comunicación con aquéllas, sino que marchan de acuerdo con nosotros, lo cual ocurre con las que forman parte del Sindicato, y aun con algu- nas otras, podemos llegar á tener casas de fami- lia seguras que pongan á cubierto de asechan- zas la moralidad de nuestras obreras. Así, cuando algún sacerdote, á veces algún obispo, y sobre todo las madres de familia, nos escriben de pro- vincias diciéndonos: “Os envío esa niña: es bue- na y confío en que me la guardaréis de cualquier peligro,, la recibimos, la ponemos bajo nuestra protección, + estamos seguros de responder á la confianza que se deposita en nosotros,,.
El sindicato ha abierto ya dos casas de este género, una en el domicilio. mismo de la Socie- dad, donde no se dispone de mucho sitio y las jóvenes tienen que estar con alguna estrechez; la otra en la calle de Angulema, 91, donde se dis- pone de un espacioso y confortable local (1), con un buen jardín, aunque en un barrio algo alejado. También las Hermanas de María han establecido una de estas casas, donde tienen habitaciones se- paradas y dormitorio común; pero todo muy bien organizado é instalado hasta con elegancia. La pensión cuesta sesenta francos en las primeras, y cuarenta y cinco en el dormitorio general, y pueden llevar la comida del mediodía si el taller ó el almacén están lejos.
Estas “Casas de familia, ofrecen un asilo con- fortable y seguro para todas aquellas jóvenes y aun mujeres que se encuentran solas, sin apoyo y en muchos casos hasta sin familia. Desgracia- damente, estos establecimientos son todavía poco
(1) La pensión es de 50 francos mensuales.
