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234 CIENCIA Y ACCIÓN

generosa colaboración de algunas señoras, como la marquesa de Saint-Chamans, que contribuyen para que la Caja pueda beneficiar con un interés de un 20 por 100 las cantidades en ellas coloca- das para pago de los alquileres.

Este problema del alquiler es uno de los que desempeñan principal papel en la existencia de una obrera que vive aislada en París, pues de su solución depende las más de las veces el porve- nir moral de la joven. Obligada á vivir de hués- ped ó sola, la desgraciada se hallará expuesta á mil peligros, y necesitará de una voluntad verda- deramente admirable para salir sana y salva. Mu- chas poseer esa virtud; pero no todas.

En vista de este peligro moral ha nacido la idea de establecer para las obreras jóvenes y para las empleadas en los almacenes las Casas de fa- milia. Las Hermanas de San Vicente de Paúl habían organizado ya la institución de Nuestra Señora de la Buena Guardia (1); pero estos esta- blecimientos, por excelentes que sean, no bastan para el fin que se persigue, tanto menos cuanto que sus reglamentos se adaptan difícilmente á las exigencias de los talleres ú obradores de modis- tas, pues sus puertas se cierran temprano y no aguardarían á la hora en que terminan las vela- das. En cambio, la hospedería organizada por el Sindicato de la aguja aguarda á la salida de las jóvenes del taller ó del obrador.

“Se trata de una organización complicada y pe- nosa—dice el abate du Lac (2) á propósito de este

(1) La pensión es de 1,50 francos por día ó 40 francos por mes en dormitorio general, 50 francos en habitación de dos camas, y 60 francos en habitación para una sola.

(2) En 1901, en el Congreso de la Sociedad de Economía Social, Georges Picot hizo un informe emocionante sobre la cuestión del alojamiento de las jóvenes. (V. Reforme sociale de 16 de Julio de 1901.) El ilustre secretario perpetuo de la