INICIATIVAS FEMENINAS 229
El autor de L'ouvriére de l'aiguille á París ha hecho una información bastante detallada; nos ha presentado los presupuestos de estas trabajadoras con sus menús de los almuerzos y comidas, y, poco más ó menos, sabemos lo que estas pobres muchachas pueden gastar. Es una lectura bas- tante conmovedora.
Pero cuando la existencia se hace más insopor- table para estas desgraciadas es durante la vaca- ción. Comienzan por vivir de lo poco que á costa de privaciones han ahorrado: apelan luego al pe- queño crédito que tienen con el lechero ó el pa- nadero; pero bien pronto comienzan las privacio- nes forzosas, se suprime el ligero desayuno, y al- gunos días más tarde se reduce la comida del me- diodía, y por último también la de la noche, á un sólo trozo Ue pan.
Y no creáis que este cuadro está adrede recar-
petición mía por una costurera: Alimentación (durante el mes), 60 francos; habitación, 9; lavado y reposición de ropa, y al- gún otro, 12; resultan, 81 francos mensuales. Pero esto es un presupuesto excepcional, porque la que lo ha formado advier- te que está hecho privándose de todo, de lecturas, de teatros. de paseos, etc., ¡Privarse de todo durante todo el año, en París y á los veinte años de edad! “Veamos ahora los ingre- sos: 4 francos diarios, excepto los domingos y días festivos, es decir, 100 francos mensuales por término medio. Mien- tras haya trabajo, Ó sea durante ocho meses, la costurera puede ahorrar 19 francos mensuales, y hacer frente al pe- ríodo de paro forzoso por falta de trabajo con 152 francos de economías. Pero si durante esos cuatro meses de vacación no gana nada y continúa, en cambio, gastando á razón de 81 fran- cos mensuales (324 en los cuatro meses), los 152 de etono mías se consumirán inmediatamente, y acabará el año con más de 200 francos de deudas. Y téngase en cuenta, que el salario de 4 francos es superior al que gana la mayoría de las obreras, y que los cálculos están hechos sin contar con que unos cuan- tos días de enfermedad vengan á desbaratarlos. “Ahora bien; si estas pobres jóvenes no quieren morir de hambre, ya adi- vinaréis por qué medio han de intentar proporcionarse re- Cursos.