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230 CIENCIA Y ACCIÓN

gado de sombrías tintas. Leed las siguientes li- neas que tomamos de un folleto del abate du Lac: (1) “No hace mucho tiempo, al ver en nues- tro taller de vacación á una joven que había lle- gado muy temprano y que á las diez continuaba allí, le dije:

—Pero ¿aún está usted aquí? Son las diez, y no se habrá desayunado: márchese á tomar algo.

A lo cual me contestó:

— ¡Tomar algo! Pero ¿creéis que puedo permi- tirme el lujo de tomar desayuno?

Al oir estas palabras pensé yo para mis aden- tros que cuando se forma un expediente de cano- nización se considera como el heroísmo de la vir- tud el ayuno frecuente y voluntario; ¡y pensar que además de éste existe entre algunas pobres gentes el ayuno cotidiano por necesidad! Se explica có- mo están las pobres tan pálidas y tan delgadas.,,

Y un poco más adelante añade: “Otra mucha- cha de dieciséis años se había quedado sin traba- jo: quedó, por tanto, sin pan, y bien pronto sin ropa. Era honrada, y la pobre quería continuar siéndolo, pues á ningún precio hubiera comido el pan de la deshonra. Fué á solicitar trabajo á un gran almacén, y no se lo dieron. Entonces, deses- perada, la infeliz se envolvió en su abrigo y se arrojó al Sena.,,

Estos no son más que dos hechos; pero po- drían reunirse muchos otros del mismo género. Todo lo cual prueba—y en esto están conformes cuantos se han ocupado de la cuestión—que los oficios de la aguja no dan de comer en las épo- cas en que afloja el trabajo á los miles de jóvenes y mujeres que en ellos se ocupan.

Segundo: estos oficios son, por lo general, mal-

(1) Le fil et Paiguille, pág. 189.