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228 CIENCIA Y ACCIÓN

Para sentir la necesidad de estas instituciones es preciso conocer la dolorosa situación de infini- dad de jóvenes y mujeres empleadas en los ofi- cios de la costura y confección. Después de lo que han escrito sobre la materia el conde de Hausonville, Charles Benoist, Léon de Seilhac et Bonnevay, no describiremos la horrible exis- tencia de estas obreras. Nos bastará recordar tres ó cuatro rasgos principales de su miseria; veremos en seguida cómo el abate du Lac y sus abnega- las colaboradoras han tratado de poner remedio á algunos de esos sufrimientos, que no son de aquellos ante los cuales la iniciativa privada debe declararse impotente (1).

Entre las afirmaciones que no admiten réplica, por tratarse de hechos comprobados, tenemos las siguientes: Primera, el salario de la mayor parte de estas oLreras es insuficiente: apenas les per- mitiría satisfacer las más estrictas necesidades si trabajasen todo el año; pero como hay que contar cuatro meses de vacaciones, tienen que vivir durante ellos de los pequeños ahorros que hayan hecho en la época de labor.

Este hecho se halla comprobado, no por socia- listas revolucionarios, sino por economistas tan documentados como el conde de Haussonville (2) y Ch. Benoist.

(1) La literatura consagrada á las obreras de la aguja em- pieza á ser muy voluminosa. Mencionaremos especialmente: d'Haussonville, Miseres et salaires de femmes; Charles Be- noist, Les ouvriéres de l'aiguille á Paris; Bonnevay, Les onvriéres lyonnaises; Seilhac, L'industrie de la couture et de la confection á Paris; H. Lambrechts, Le travail des cou- turiéres en chambre et sa réglamentation; abate du Lac, Le fil et Paiguille (colección de la Action populaire); G. Worth, La couture et la confection.

(2) Entre otras cosas que producen dolorosa impresión, leemos lo siguiente en la obra Salaires et miséres de Femmes, del conde de Haussonville: “He aquí un presupuesto hecho á