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INICIATIVAS FEMENINAS 217

la necesidad de que estos sindicatos sean auxi- liados por los patronos, etc. Pero estoy muy con- tenta con poder decir al cabo de cinco años de ensayo que nos va perfectamente con nuestro sistema de organización. Nos relacionamos con nuestros grandes patronos y con las damas de buena posición en nuestras conferencias, en nues- tra enseñanza profesional sindical, en nuestra so- ciedad de socorros mutuos, en nuestra cooperati- va de consumo, y no tenemos sino motivos de satisfacción por la cordialidad de nuestras rela- ciones y por el interés que toman en la cuestión obrera. Pero yo estimo—y puedo hablar por ex- periencia, porque he vivido de mi trabajo du- rante largos años, después de haber sido educada an todas las nociones de la deferencia y respeto hacia los superiores, como hacia los que os proporcionan con su empleo vuestro sustento; — yo estimo, repito, que cuando se reúnen para la defensa de sus respectivos intereses particulares y sobre el terreno de los conflictos inherentes al trabajo, la obrera ó empleada no osará decir su manera de pensar delante del patrono ó del jefe de la casa donde presta sus servicios. Las muje- res soportan el yugo antes que discutirlo, has- ta que las reivindicaciones estallan en conflictos tanto más violentos cuanto que no han tenido la váivula de seguridad de la discusión.

» Y si los sindicatos no están formados por per- sonas del mismo género de vida, ligadas por los mismos intereses y que atraviesen las mismas vi- cisitudes, los sindicatos no tienen razón de ser: desaparece el atractivo de sus reuniones y la fra- ternidad que debe reinar entre sus miembros. Después de todo, no es más que la vida familiar lo que nosotras compartimos en nuestros sindi- catos lioneses. Ellos serán pobres, es cierto; pero llevamos alegremente nuestra pobreza, porque