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INICIATIVAS FEMENINAS 215

tuación difícil, de aislamiento, por no decir de abandono, en que se encuentra la mujer que está obligada átrabajar para vivir; otro, el número cada vez mayor de mujeres que buscan en el trabajo de la industria ó del comercio el pan cotidiano. Ante estos dos hechos no tardé en vislumbrar en la asociación un poderoso instrumento de lucha; pero antes de abordar la forma sindical me era preciso tiempo y estudio, y hasta hace seis ó sie- te años no me he decidido por ella.,,

Por estas líneas se puede juzgar de la naturale- za entusiasta, generosa y al mismo tiempo perse- verante y tenaz de la que se juró á sí misma agru- par á las obreras lionesas en sindicatos verdade- ramente profesionales.

Los comienzos fueron difíciles y de poco resul- tado; pero no por eso desanimaron á Mille. Ro- chebillard. Con una veintena de adeptas consti- tuyó desde luego dos sindicatos; el de mujeres empleadas en el comercio y el de obreras de la aguja, poco tiempo después fundó otro; el sindi- cato de obreras de la seda.

Los estatutos de estas tres asociaciones son idénticos. Para formar parte de ellas es preciso haber cumplido quince años, haber observado buena conducta, ser presentada por dos miem- bros de la Junta, y ejercer realmente la profesión.

La cuota se ha fijado lo más bajo posible: cin- co céntimos semanales, pago de seis meses anti- cipados, cincuenta céntimos de derecho de entra- da, y veinte céntimos de libreta (1).

Como todos los sindicatos, éstos son dirigidos por un Consejo sindical nombrado en junta gene-

(1) Estas modestas cuotas son frecuentemente reembolsa- das, á veces con exceso, merced á los descuentos concedidos por algunos comerciantes á las sindicadas que compran al contado.