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INICIATIVAS FEMENINAS 213

bién á la huelga en un momento dado. Hubo que gastar los escasos ahorros, el pan llegó á faltar, y la miseria se enseñoreó al fin de aquel hogar. Y como un mal no viene solo, el marido adquirió la costumbre de salir por las noches y los domin- gos para asistir á las reuniones de esa asociación, que á los ojos de la mujer del pueblo no produce beneficio alguno, y absorbe, en cambio, unos cén- timos del salario en las cuotas que hay que abo- nar. No es de extrañar, por tanto, que el personal femenino sea hostil, ó por lo menos indiferente, á la idea de los sindicatos.

Pero si las mujeres hasta ahora se han adheri- do en número relativamente pequeño á las orga- nizaciones obreras, hay algo de que conviene ale- grarse, y es que las asociadas son en su mayoría católicas decididas á hacer respetar sus derechos, tanto de cristianas como de trabajadoras. Es, pues, de esperar que el movimiento sindical fe- menino no tendrá el carácter anticlerical que muy á menudo tiene entre el elemento masculino. Un hecho lo pondrá de manifiesto. En Agosto de 1903 fué suficiente un solo voto de diferencia (173 contra 174) para que los sindicatos cristianos de las industrias del vestido hiciesen elegir para el Consejo superior del trabajo á Mile. Rochebi- llard, una de las más fervientes promovedoras de las asociaciones profesionales católicas (1).

Esta mujer de corazón, que se ha entregado por completo al apostolado sindical, publicó en la co- lección de la Action populaire un folleto en que expone cómo nacieron y cómo se han desarro-



(1) Se comprende que ante semejante resultado obtenido después de la primera elección, Mlle. Rochebillard y sus cris- tianas electoras tengan buenas esperanzas para el próximo escrutinio.