INICIATIVAS FEMENINAS 23
que ha dispuesto de un órgano diario. Franca- mente antirreligioso, le inspira un sectarismo es- trecho y violento. Su programa social es dema- siado vago; y si bien posee un estado mayor inquieto y revoltoso, carece casi en absoluto de tropas. Cierto que sus exageraciones atraen y entusiasman á algunas gentes; pero acaso también pedría afirmarse que infiere no poco daño á los verdaderos y legítimos intereses femeninos, pues que los radicalismos de Mme. Marguerite Durand y de sus colaboradoras ahuyentan del feminismo á muchos espíritus equilibrados y rectos que se asustan de ciertas excentricidades.
El movimiento feminista se ha revelado á la faz pública en infinidad de Congresos.
En 1889 se celebró el “Congreso de reivindica- ciones,, presidido por Mme. Deraisme. A éste siguió el de “obras é instituciones, organizado por Mmes. de Morsier et Bogelot, bajo la presi- dencia de Jules Simon. “Estos dos Congresos tu- vieron, aun en el extranjero, gran resonancia, y atrajeron sobre el feminismo la atención del pú- blico. Después se celebraron otros, entre los cuales bastará citar el de 1891, donde se trató de la tan ardua cuestión de la investigación de la paternidad; y el de 1896, notable por las peligro- sas y á veces groseras exageraciones á que se dejaron llevar los oradores y “oradoras,. Ninguna de estas reuniones—hay que reconocerlo—fué ca- paz de establecer un programa claro y preciso de reclamaciones lógicamente justificadas.
Al celebrarse la Exposición de 1900 hubo algu- nas tentativas encaminadas á la preparación de un gran Congreso, al cual deberían ser invitadas todas las sociedades ó agrupaciones feministas; pero el intento fracasó, y en lugar de esa asam- blea única se celebraron tres: el Congreso “libe- ral, ó protestante, que presidió Mme. Sarah Mo-
