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INICIATIVAS FEMENINAS 185

cede, por ejemplo, con las de confección, con la fabricación de flores y sombreros, la impren- ta, etc.

De modo que la ley no permite para las muje- res y para los niños más que un trabajo de diez horas diarias como máximum. Hay, sin embargo, buenos y apacibles burgueses que consideran cor- ta esta jornada, y estiman además que los obreros y sus “amigos, son demasiado exigentes en sus reclamaciones. Conozco algunas de estas excelen- tes gentes, á quienes respeto profundamente, pero de las cuales debo decir que ninguno es ca- paz de realizar tan larga tarea. Yo les he propuesto adoptar para sí ese régimen, demasiado suave, según ellos, para los demás; pero ninguno ha querido hacer la prueba, lo cual no obsta para que continúen gallardamente protestando contra lo que llaman las jornadas cortas.

- Pero—objetan algunos—si la jornada se ha rebajado de doce horas á once, y luego á diez, ¿por qué no se rebajan en la misma proporción los salarios? No es justo que el patrono pague lo mismo por una jornada abreviada ó disminuida de tal modo.

—¿Estáis bien seguros de ello? Si el obrero puede producir en diez horas lo que hacía en once, ¿no será equitativo darle la misma suma, puesto que ha proporcionado el mismo rendi- miento? Pues esto es lo que ocurre en gran nú- mero de industrias, porque sabido es que en la onzava y dozava hora de la jornada el trabajo puede decirse que era improductivo, pues el obre- ro se encontraba ya sin fuerzas y excesivamente fatigado: en cambio, la reducción de la jornada á diez horas ha sido para él un aliciente, y en la mayoría de los casos la producción no se ha re- sentido.

Pero dejemos estos problemas, algo complejos,