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170 CIENCIA Y ACCIÓN

sexos, no se da igual remuneración, y ya vimos cómo esta igualdad constituye una de las más importantes reinvindicaciones para los feministas.

Y no se crea que los trabajos reservados al per- sonal femenino son siempre fáciles, poco peno- sos, y de los que sólo exigen ligereza en las ma- nos y habilidad en los dedos. Hay mujeres em- pleadas en los trabajos más rudos: en las minas, en la industria de transporte, etc. En su estudio sobre el trabajo de la mujer en Francia, made- moiselle Schirmacher prueba con documentos y datos oficiales que existían en aquel entonces 2.518 mujeres empleadas en los trabajos de des- monte, 1.313 en las obras en construcción, y 794 en la metalurgia.

Yo me acuerdo de haber presenciado hace al- gunos años en uno de los grandes puertos fran- ceses del Oeste un espectáculo digno de haber tenido por escenario una de esas poblaciones afri- canas en las cuales la mujer es tratada como una bestia de carga. Una docena de italianas en la plenitud de su edad se ocupaban en descargar enormes fardos de trapos (1): sobre cubierta, sen- tado tranquilamente y fumando su pipa, el con- tramaestre vigilaba la operación, reprendiendo groseramente á cualquiera de aquellas desgracia- das que se mostraba algo cansada, ó acaso á al- guna que no había accedido ásus pretensiones(2). De tan brutal visión conservo un claro recuerdo:


(1) Y no se trata de un hecho aislado. En Setiembre de 1904 hubo de nombrarse en Dundee una Comisión para deci- dir si las mujeres podían ó no ser ocupadas en las obras del puerto, con motivo de haber empleado la empresa construc- toraá un grupo de mujeres en ciertos trabajos de los más duros.

(2) Puede advertirse que, exceptuando los oficios femeni- nos de costura, la vigilancia y dirección de las obreras, sue- len estar á cargo de contramaestres. No necesitamos insistir