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tica, sino que queremos hacerles comprender su misión de mujeres de su casa y despertar, portan- to, en ellas el amor y el hábito á los deberes do- mésticos.,,
La escuela se halla instalada, por lo general, en una casa sencilla, pero de agradable aspecto. Al- gunas de ellas están admirablemente situadas: por ejemplo, la de Weggis, al pie del Righi, á orillas del lago de los Cuatro Cantones.
La enseñanza, que vigila constantemente la di- rectora, se da por dos institutrices ménagéres, de las cuales una se ocupa de la cocina y otra de las demás faenas propias de la casa.
Antes de la enseñanza práctica de la cocina las discípulas reciben una preparación teórica, que comprende (| estudio de los principios generales de la alimentación, composición racional de un menú, manera de hacer la compra (elección de los comestibles), medios de calefacción, disposición y arreglo de la cocina, etc.
Por la mañana las discípulas se dividen en dos grupos: el uno se ocupa en la preparación de la comida del mediodía, mientras que el otro se encarga del servicio de las habitaciones (limpieza de suelos, ventilación de las camas, limpieza y conservación de los muebles, etc.), recibiendo al mismo tiempo este grupo una lección teórica so- bre los principios de higiene en que se basan los ejercicios prácticos que realiza.
La comida del mediodía la sirven por turno las discíputas. Unas horas de la tarde se dedican á trabajos de aguja (zurcido de medias, arreglo de vestidos, confección de ropa blanca, de pren- das fáciles del traje femenino, ropa de niños, etc.)
A la lejía y al planchado se dedican dos ó tres días por quincena.
Además, las jóvenes deben consignar en sus cuadernos las notas más esenciales sobre las lec-