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INICIATIVAS FEMENINAS 121

los católicos de Francia (1) multiplicar los centros donde se enseñe á la mujer sus deberes de esposa y madre (2). Hay para ello un doble motivo: el interés de la clase obrera (3) y el de la salvaguat- dia del alma femenina (4).

(1) Varios obispos han fomentado el establecimiento de estas escuelas, y el cardenal Coullié ha costeado la fundación de una popular en el centro de Lyon. (V. Le travail de la femme. Diciembre 1903.)

(2) Recordaremos que desde hace mucho tiempo funciona en el grupo de las instituciones católicas de Plaisance una escuela ménogére admirablemente dirigida. Acerca de esta escuela, tal vez la más antigua de París, se encontrarán inte- resantes detalles en Les (Euvres du Rosaire au faubourg de Plaisance, por M. Francois Veuillot. Indicaremos también otros tres centros importantes para la enseñanza ménager popular. 1.” /'Unión familiale de Charonne, dirigida por Mile. Gahéry, que acaba de organizar una escuela práctica de estudios sociales y ménagéeres, cuyo programa insertare- mos más adelante. 2.” Le foyer, organizado por Mme. Thome de una manera á la vez práctica y elegante (37, rue Vaneau, París). Le foyer está dedicado á jóvenes ricas. 3.2 Los Sindi- catos femeninos lioneses de Mlle. Rochebillard, que no des- cuidan la educación ménagere de sus afiliadas.

(3) En su libro le Róle social de la femme, (Paris, Alcan- 1898), que contiene excelentes informaciones, Mme. Lampé- riere pone de manifiesto la importancia económica de las bue- nas ménagéres, entre las clases pobres. “Se ven con frecuen- cia—dice—mujeres que trabajan desde el amanccer hasta la noche para ganar jornales irrisorios, y para eso tienen que descuidar su casa, compran al revendedor más próximo mer- cancías baratas, y aderezan á toda prisa una mísera colación que disgusta á su marido y lo lanza á la taberna. Hemos visto este ejemplo típico: una madre, deseosa de comprar á su hijo un traje nuevo, no pudiendo ahorrar de la paga de su marido, buscó costura, y á duras penas consiguió que una contratista le diera á hacer algunas almohadas, por cada una de las cua- les le pagaría quince céntimos. Tuvo que trabajar sin descan- so, dos semanas enteras para poder comprar el vestidito, que hubiera podido hacer por sí misma en tres días á lo más, y sin esfuerzo y mucho mejor de lo que pudo adquirirle hecho.

(4) Sobre enseñanza ménagére puede consultarse: /' seignement ménager, Condesa de Diesbach.-- 1 'Enseigne-