116 CIENCIA Y ACCIÓN
nunca á la enseñanza de una escuela ménagére medianamente organizada.
En éstas no se limitan á enseñar al azar la parte puramente práctica, sino que se esfuerzan en hacer comprender los principios de esta cien- cia, lo cual es esencial para el buen éxito y la efi- cacia de estos estudios femeninos.
Mme. Diesbach demuestra, en efecto, que las nociones de ménager adquiridas sin que las prece- da el estudio de su teoría, corren el riesgo de des- aparecer prontamente dela memoria delas alumnas cuando lleguen á ser madres de familia. “Po- drán recordar muy bien los ingredientes que han servido para confeccionar tales ó cuales platos; pero si no se les han explicado las diferentes cla- ses de alimentación, ¿cómo han de saber en su día elegir entre lo que es preciso á un cuerpo fa- tigado por el trabajo muscular y lo que debe ofre- cerse á un organismo que no ha trabajado con los músculos, sino con el cerebro?
Podrán no olvidar fácilmente que un día les ha- blaron del alcoholismo como de un grave mal que
- á toda costa deben procurar alejar del seno de su familia; pero si la maestra no se cuidó de grabar en su imaginación por medio de sucesivos cua- dros los efectos que gradualmente va causando el alcohol sobre los principales órganos vitales, ¿qué les quedará de tal lección en lo porvenir? La impresión del momento correrá igual suerte que cualquiera otra idea abstracta: irá desvane- ciéndose poco á poco, hasta perderse por com- pleto.
Por estas ligeras consideraciones se podrá juz- gar de la importancia de un buen programa (1),
(1) En la última parte de este libro reproducimos el pro- grama de una de las escuelas ménagéres establecida en París.
