INICIATIVAS FEMENINAS 111
cicios prácticos. A su regreso, como las demás alumnas, estaba en disposición de preparar la le- jía y fregar los utensilios de la cocina.
Con razón, pues, colocamos la iniciativa de madame Diesbach entre aquellas iniciativas fe- meninas dignas de aplauso y que merecen ser conocidas. Es un ejemplo de verdadera abnega- ción, que deberían tener muy presente las perso- nas cuyo máximo de esfuerzos en este sentido se reduce á la organización de una fiesta de caridad. Madame Diesbach ha dado una lección de cosas doblemente aprovechables. Ha demostrado que cuando se desea ejercer una legítima influencia es preciso prestar algún servicio, y que para ejer- cer en la sociedad una función directora no bas- tan la fortuna y el nombre; es necesaria la com- petencia.
Madame Diesbach marchó en 1901 á Wavre pa- ra asistir al curso anual organizado por el Gobier- no belga. Para tener derecho á enseñar, quiso ad- quirir previamente un título oficial. Asistió, pues, á un curso, que seguían á la vez treinta institutri- ces laicas y veintidós religiosas pertenecientes á nueve comunidades diferentes, y después de difi- ciles exámenes obtuvo el diploma de maestra mé- nagére.
Haremos constar de paso que las congregacio- nes belgas, comprendiendo la utilidad de esta en- señanza, envían á sus religiosas á seguir ese curso y á sufrir los exámenes para adquirir el título ofi- clal. Ejemplo que nos parece oportuno citar, pues acaso nuestras congregacionistas francesas, Obli- gadas á secularizarse, encontraran en la enseñan- za ménager un ejemplo muy apropiado para el desenvolvimiento de su actividad. Si se les pro- hibe la enseñanza primaria, no se les prohibirá el establecimiento de una escuela ménagére, que, bien organizada y funcionando un día á la sema-
