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INICIATIVAS FEMENINAS 109

La mujer, por su parte, dedicada enteramente á sus quehaceres domésticos, se acostumbraría al orden y á la economía, y no iría, como lo hacen algunas en ciertos países, á tomar todos los días á la tienda ó á la taberna su copita de aguardien- te (1). Y las consecuencias de esto serían: una mayor unión y felicidad en el matrimonio, un ma- yor cumplimiento de los deberes paternos y ma- ternos, así como el mejoramiento de las condicio- nes materiales de existencia y del progreso moral.

¿Que exageramos?

Para convencerse de que no, basta dirigir una mirada á lo que nos pasa á nosotros mismos. En nuestras desgracias ó en nuestras alegrías la per- sonalidad entra por mucho. Regulamos nuestra propia vida, pues al fin y al cabo hay aquí abajo un principio de justicia que prepara la sanción de la justicia suprema y divina. La miseria será mu- chas veces inmerecida, pero muy á menudo se ve que tiene su origen en el incumplimiento de un deber individual ó social.

Si, pues, una sopa apetitosa y un hogar orde- nado y bien regido tienen tan importante signifi- cación, convendrá mucho poner á la obrera en condiciones de ejercer cumplidamente sus oficios de esposa y madre; oficios que, como todos los otros, para ejercerlos hábilmente es preciso ha- berlos aprendido.

Su estudio constituye la enseñanza ménagére, que no es sinónima, como generalmente se cree, de la enseñanza del arte culinaria, sino que com-

(1) El alcoholismo empieza á hacer espantosos estragos en la parte femenina del pueblo, sobre todo en las grandes ciuda- des. Si pasáis de noche en los barrios populares por delante de las tabernas acreditadas, casi siempre veréis algunas muje- res entre los concurrentes. Yo he hecho mil veces en París esta triste comprobación.