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14 CIENCIA Y ACCIÓN

Existen por lo menos dos, perfectamente dife- renciados por Mr. Brunetiére en un discurso re- ciente (1): el revolucionario y el cristiano. Pero según las distintas Escuelas las doctrinas feminis- tas aparecen más ó menos precisadas en sus di- versos puntos, siendo, por consiguiente, casi tan difícil dar una definición del feminismo como dar- la del socialismo, porque tanto el uno como el otro, más que un cuerpo de doctrina sistemática- mente formado, constituyen un estado de espíri- tu, un modo de pensar y de sentir. No trataremos por nuestra parte de definirlo, sino que preferimos aceptar la fórmula propuesta por el abate Nau- det (2), que nos parece bastante exacta: “El femi- nismo—dice—: « una doctrina mediante la cual se pretende reivindicar para la mujer en el orden ju- rídico ciertos derechos que hoy le son desconoci- dos; y en la sociedad, un puesto justo y legíti- mo negado por las costumbres, .

El problema consistirá, por tanto, en determi- nar qué derechos le han sido injustamente desco- nocidos y qué lugar social le ha sido ¿legítima- mente negado.

Importa poner cuanto antes fuera de debate ciertas exageraciones que han perjudicado no poco á las reclamaciones de los feministas mode- rados. “... El adversario más temible (3) no viene de fuera: el peligro para el feminismo está en su mismo seno. De ahí que sea necesario estar pre-

(1) La femme contemporaine, Enero y Febrero de 1904.

(2) En un libro intitulado Pour la femme, donde examina los principales problemas que constituyen el feminismo.

(3) A propósito de los adversarios del feminismo, el abate Naudet hace una observación que no deja de ser intenciona- da, aunque algo artificiosa. “El feminismo—dice—tiene sus adversarios; pero se engañaría quien creyese que éstos per- tenecen todos al sexo fuerte. Sus más irreconciliables enemi- gos están quizás entre las mujeres: basta ver con qué sobera »