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Dos madres

Como Juan se le acercara en busca dei beso de despedida—beso húmedo y largo y de toda la boca otras veces—, la viuda le rechazó diciéndole:

RAQUEL. No, jahora ya no! Ni quiero que se lo lleves a ella ni quiero quitárselo.

DON JUAN.—¿Celos?

RAQUEL Celos? ¡Mentecato! ¿Pero crees, michino, que puedo sentir celos de tu esposa...? ¿De tu esposa?

Y yo, tu mujer...? ¡Para casar y dar gracia a los casados y que crien hijos para el cielo! ¡Para el cielo y para mi!

DON JUAN.—Que eres mi cielo...

RAQUEL.—Otras veces dices que tu infierno...

DON JUAN.—Es verdad.

RAQUEL. —Pero ven, ven acá, hijo mío, toma...

Le cogió la cabeza entre las manos, le dió un beso seco y ardiente sobre la frente, y le dijo en despedida:

RAQUEL.Ahora vete y cumple bien con ella. Y cumplid bien los dos conmigo. Si no, ya lo sabes, soy capaz...