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V

Y es que todo hombre humano lleva dentro de sí las siete virtudes y sus siete opuestos vicios capitales; es orgulloso y humilde, glotón y sobrio, rijoso y casto, envidioso y caritativo, avaro y liberal, perezoso y diligente, iracundo y sufrido. Y saca de si mismo lo mismo al tirano que al esclavo, al criminal que al santo, a Cain que a Abel.

No digo que Don Quijote y Sancho brotaron de la misma fuente porque no se oponen entre sí, y Don Quijote era Sancho—pancesco, y Sancho Panza era quijotesco como creo haber probado en mi Vida de Con Quijote y Sancho. Aunque no falte acaso quien me salte diciendo que el Don Quijote y el Sancho de esa mi obra no son los de Cervantes. Lo cual es muy cierto.

Porque ni Don Quijote ni Sancho son de Cervantes ni mios, sino que son de todos los que los crean y recrean. O miejor, son de sí mismos, y nosotros, cuando los contemplamos y creamos, somos de ellos.

Y yo no sé si mi Don Quijote es otro que el de Cervantes, o si siendo el mismo he descubierto en su alma