Página:Tres cuentos - G. Flaubert (1919).pdf/85

Esta página no ha sido corregida
83
 

.

Julián asestaba contra ellos sus flechas; las flechas, con sus plumas, posábanse sobre las hojascomo mariposas blancas. Les arrojó piedras; laspiedras, sin tocar a nada, volvían a caer. Se maldecía, hubiera querido golpearse, rugía imprecaciones, se ahogaba de rabia.

Y todos los animales que había perseguido se le presentaron formando a su alrededor un estrecho círculo. Unos sentados sobre la grupa, otros levantados en toda su alzada. Permaneció en medio helado de terror, incapaz de todo movimiento. Por un esfuerzo supremo de su voluntad dió un paso; los que se posaban en los árboles abrieron las alas, los que hollaban el suelo desplazaban sus miembros, y todos le acompañaban.

Las hienas caminaban delante de él; el lobo y el jabalí, detrás. El toro, a su derecha, balanceaba la cabeza, y a su izquierda, la serpiente ondulaba entre la hierba, mientras que la pantera, arqueando su espalda, avanzaba a grandes zancadas con paso callado. Iba él lo más lentamente posible para no imitarles, y veía salir de la hondura de los zarzales zorros, víboras, puercoespines, chacales y osos.

Julián se puso a correr; corrieron ellos. Laserpiente, silbando; las bestias hediondas, babeando. El jabalí le rozaba los talones con sus defensas; el lobo, la palma de las manos con los pelos del hocico. Pinchábanle los monos, gesticulando; la garduña rodaba junto a sus pies. Un oso le quitó con sus patas el sombrero de un reDe jace or