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III

Después de hacer en la misma puerta una genuflexión, avanzaba entre la doble hilera de sillas, bajo la alta nave, abría el banco de la señora Aubain y paseaba los ojos a su alrededor.

Los muchachos a la derecha, las niñas a la izquierda, llenaban las sillas de coro; en pie, cerca del facistol, estaba el cura; en una vidriera del ábside, el Espíritu Santo coronando a la Virgen; otra representábala de rodillas ante el niño Jesús. Detrás del tabernáculo, una talla en madera mostraba a San Miguel aplastando al dragón.

Comenzó el sacerdote por hacer un resumen de la Historia Sagrada. A Felicidad le parecía ver el Paraíso, el diluvio, la torre de Babel, ciudades ardiendo, pueblos que morían, ídolos derribados; y conservó de aquel deslumbramiento el respeto al Altísimo y el temor de su cólera. Después, al escuchar la Pasión, lloró. ¿Por qué le habían crucificado a El, que amaba los niños, alimentaba las muchedumbres, sanaba a los ciegos y había querido, por humildad, nacer entre los pobres, sobre el estiércol de un establo? Simientes, mjeses, lagares, todas estas cosas domésticas de que habla el Evangelio las tenía ella en su vida; Dios, al pasar, las había santificado, y así quiso con más ternura a los corderos por amor al Cordero, y a las palomas por causa del Espíritu Santo.

Costábala trabajo imaginar su persona: porque no era solamente pájaro, sino también fuego, y a Digrized by