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un caballero, incluso descubriéndose siempre que decía: "Mi difunto padre", podía más la costumbre, se lanzaba a beber trago tras trago y soltaba inconveniencias. Felicidad, muy cortésmente, le empujaba hacia afuera. "Ya tiene usted bastante, señor de Gremanville. ¡Hasta otra vez." Y cerraba la puerta.

En cambio la abría con gusto para el señor Bourais, ex abogado. Su corbata blanca y su calva, la pechera de su camisa, su amplia levita clara, su manera de dar la mano arqueando el brazo, toda su persona le causaba la turbación en que nos sume el espectáculo de los hombres extraordinarios.

Como administraba las propiedades de "la sefiora", se encerraba con ella horas enteras en el gabinete del señor. Temía siempre comprometerse, respetaba infinito la magistratura y tenía ciertas pretensiones de latinista.

Para instruir a los niños de un modo agradable, les regaló una Geografía con láminas que representaban distintas escenas del globo terráqueo, antropófagos coronados de pluma, un mono llevándose a una señorita, beduínos en el desierto, una ballena que están arponeando, etc.

Pablo la explicaba todos estos grabados a Felicidad. Esa fué toda su educación literarla.

La de los niños estaba encomendada a Guyot, un pobre hombre empleado en la Alcaldía, famoso por su excelente letra.

Cuando hacía buen tiempo iban muy de mafiaCgized