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de acontecimientos extraordinarios. Pero su atención estaba repartida entre el Procónsul y lo que se decía en las mesas vecinas.

Se hablaba de Iaokanann y de gentes de su especie; Simón de Gitoi lavaba los pecados con fuego. Un llamado Jesús...

—El peor de todos!—gritó Eleazar—. ¡Qué infame charlatán!

Detrás del Tetrarca se levantó un hombre, pálido como el bordado de su clámide. Bajó el estrado, e interpelando a los fariseos:

—¡Mentira! Jesús hace milagros!

Antipas querría verlo.

—Hubieras debido traerlo. ¡Infórmanos!

Entonces el hombre contó que él, Jacob, teniendo una hija enferma, se había dirigido a Cafarnaum para rogar al Maestro que tratase de curarla. El Maestro había respondido: "I Vuelve a tu casa, está curada!" Y al volver la había encontrado en el umbral, porque se levantó de la cama cuando el gnomón del castillo marcaba la hora tercia, el instante mismo en que él se acercaba a Jesús.

Sin duda, objetaron los fariseos, existen prácticas, hierbas poderosas. Aquí mismo, en Machærus, se encuentra alguna vez el baarás, que hace invulnerable a quien lo usa; pero curar sin ver ni tocar era cosa imposible, a menos que Jesús utilízase a los demonios.

Y los amigos de Antipas, los primates de Galilea, asentían, moviendo la cabeza:

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