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aquellas claridades rojizas se perdían progresivamente, a causa de la altura del techo, y brillaban puntos luminosos, como las estrellas en el cielo, al través de las ramas. Desde el hueco de la galería veíanse lucir antorchas en la terraza de todas las casas, porque Antipas festejaba a sus amigos, a su pueblo y a cuantos quisieran presentarse.

Esclavos vigilantes como perros, con los dedos del pie en sandalias de fieltro, circulaban conduciendo bandejas.

La mesa proconsular ocupaba bajo la tribuna dorada un estrado de tablas de sicomoro. Tapices le Babilonia la encerraban en una especie de pabellón.

Tres lechos de marfil, uno en frente y dos a los costados, sostenían a Vitelio, a su hijo y a Antipas; el del Procónsul, cerca de la puerta, a la izquierda; Aulio, a la derecha, y el Tetrarca, en medio.

Llevaba pesado manto negro, cuya trama desaparecía bajo un recamado de colores; las mejillas pintadas, la barba en abanico, y polvo azul en sus cabellos, sujetos por una diadema de pedrería. Vitelio conservaba su tahalí de púrpura, que caía en diagonal sobre una toga de lino. Aulio se había hecho anudar a la espalda las mangas de su vestido de seda violeta, guarnecida de plata, Los bucles de su cabellera formaban pisos, y un collar de zafiros brillaba en su pecho, blanco y graso como el de una mujer. Cerca de él, sobre Digitzed by