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pa, el enemigo de Tiberio, no está ya, desde ahora, en condiciones de hacer daño!

Ignoraba Vitelio el suceso, y aquella mujer que hablaba así le pareció peligrosa, y como Antipas jurase que él lo haría todo por el emperador, le preguntó:

— Aun en daño de otros?

Había tomado rehenes del rey de los parthos, sin que el emperador pensara en ello; y Antipas, presente a la conferencia, para hacerse valer, había expedido en seguida la noticia. Esto era lo que había atraído su profundo rencor y lo que causó el retraso en facilitarle socorros.

Balbuceó el Tetrarca; pero Aulio dijo riendo:

—¡Tranquilízate! ¡Yo te protejo!

El procónsul aparentó no haber oído. La fortuna del padre dependía de la indignidad del hijo, y aquella flor del fango de Cáprea le procuraba beneficios tan considerables, que le rodeaba de atenciones, aun desconfiando de ella, porque era realmente venenosa.

1 Oyóse gran tumulto a la puerta, y fué introducida una recua de mulas blancas, montadas por personas vestidas en traje sacerdotal. Eran los saduceos y fariseos que iban a Machærus, empujados por igual pretensión: los primeros, queriendo obtener la sacrificatura, y los segundos, queriendo conservarla. Eran sombríos sus rostros, sobre todo los de los fariseos, enemigos de Roma y del Tetrarca 1 vuelo de sus túnicas les estorbaba en la cofusión, y la tiara vacilaba en su