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Filoctetes

Me perderás, bién lo sé, con tus palabras.

No, por cierto; pero veo que no las comprendes.

¿No sé que fuí expulsado por las Atreidas?

Ve si los que te expulsaron no te salvarán al fin.

Jamás, de esa manera, volveré á ver á Troya de buen grado.

¿Qué haremos, pues, si nada de lo que digo puede hacerte ceder? Lo más breve es ahorrarme palabras y dejarte vivir sin curación donde ahora vives.

Déjame sufrir los males que es preciso que sufra; pero, lo que me has prometido con la prenda de tu mano, llevarme á mi patria, cúmplelo, ¡oh hijo! No pongas más demora, y no me recuerdes á Troya en adelante. Bastante he gemido y llorado.

Partamos, pues, si es preciso.

¡Oh generosa palabra!

Marcha ahora, apoyado en mí.