Heme aquí.
Yo me ocuparé de lo que es preciso hacer aquí.
Es preciso deslizar algunas dulces palabras en los oídos de este hombre para que se lance imprudentemente en el combate oculto de la justicia.
¿Quién de vosotros sabe dónde están esos extranjeros focidios, que han venido á anunciarnos que Orestes había perdido la vida en un naufragio de carros? Ciertamente, á ti es á quien hablo, á ti, digo, siempre tan tenaz hasta aquí; porque creo que debes estar con gran cuidado por esa noticia y debes saberla perfectamente.
La sé, ¿cómo no había de saberla? Estaría, en efecto, ignorante acerca de lo que me es más querido.
¿Dónde están, pues, esos extranjeros? Dimelo.
En la morada. Han recibido allí una hospitalidad amistosa.
¿Han anunciado que había seguramente muerto?
Han puesto la cosa de manifiesto; no han hablado solamente.