Página:Tragedias de Sófocles - Leconte de Lisle (Tomo II).djvu/15

Esta página no ha sido corregida
11
Filoctetes

vestido de marinero, para que sea tomado por un desconocido. Si habla artificiosamente, tú, hijo, toma de sus palabras lo que pueda servirte. Yo me voy á la nave. ¡Que Hermes, que urde astucias y que nos ha conducido aquí, nos guíe, y la victoriosa Atena Poliada que me protege siempre!

Estrofa 1

Señor, extranjero en esta tierra extraña, ¿qué diré á ese hombre desconfiado? Enséñamelo. En efecto, la ciencia de quien tiene el cetro divino de Zeus es superior á la ciencia de todos los demás, y el mando supremo, ¡oh hijo! te ha sido legado desde las antiguas edades. Por eso, dime cómo puedo servirte.

Si deseas ver el interior del lugar en que él se guarece, mira ahora con toda confianza; pero, en cuanto venga ese hombre terrible, sal del antro, y, siempre al alcance de mi mano, ven en mi ayuda en el momento oportuno.

Antistrofa I

Me ordenas, ¡oh Rey! aquello de que ya me preocupo hace mucho tiempo, y tengo sobre todo el ojo atento á lo que te interesa. Dime ahora qué retiro habita, dónde está. Conviene, en efecto, que esté yo instruído de ello, para que no aparezca sin esperarle. ¿Cuál es el lugar, cuál es la morada?

¿Qué camino sigue? ¿Está dentro ó fuera?

Mira su morada, esa roca con dos aberturas.

¿Adónde ha ido el desgraciado?

Sin duda habrá ido á buscar alimento, siguiendo es