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Electra

¿No sabré lo que he visto claramente yo misma?

¡Ha muerto, oh desdichada! Toda esperanza de salvación, proviniente de él, está perdida para ti. No pretendas ver jamás á Orestes.

¡Infeliz de mí! ¿Por quién has sabido eso?

Por alguien que estaba presente cuando él fué muerto.

¿Dónde está ese? Me quedo estupefacta.

Está en la morada, bien venido para nuestra madre, lejos de serle importuno.

¡Ay de mí! ¡Desgraciada! ¿De quién eran, pues, esas ofrendas numerosas sobre la tumba de nuestro padre?

Creo que, seguramente, han sido depositadas allí por alguien, en honor de Orestes muerto.

¡Oh desventurada! ¡yo que, llena de alegría, me apresuraba á traerte una tal noticia, ignorando en qué calamidad