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Sófocles

madre, aunque se vea ultrajada, no puede aborrecer á sus hijos.

¡A lo que parece, hemos venido aquí inútilmente!

Inútilmente, no. ¿Cómo has de haber hablado inútilmente, si has venido, trayéndome pruebas ciertas de la muerte de aquel que, nacido de mí, huyendo de mis pechos que lenutrieron y de mis cuidados, desterrado, ha llevado una vida apartada, que no me ha visto jamás después que abandonó esta tierra, y que, acusándome de la muerte de su padre, me amenazaba con un castigo horrible? De suerte que, ni durante la noche, ni durante el día, yo no gustaba el dulce sueño, y, por más tiempo que transcurriese, pensaba siempre que iba á morir. Ahora, pues, que me veo libre del peligro y no temo ya nada en adelante de él ni de ésta—porque ella era para mí una calamidad más amarga, viviendo conmigo y consumiendo siempre toda la sangre de mi alma—, llevaremos una vida tranquila, por lo menos en lo que concierne á sus amenazas.

¡Ay de mí! ¡Desdichada! ¡Ahora es, Orestes, cuando deploraré tu destino, puesto que, aun muerto, eres ultrajado por tu madre! ¿No es todo para el mayor bien?

No, por cierto, para ti, sino para él. Lo que le ha sucedido está bien dispuesto.

¡Escucha, Némesis vengadora del que ha muerto!

Ha escuchado á los que era preciso que escuchase, y hacumplido sus votos.