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Edipo, rey

arrojar á este impío de la raza de Layo y horrendo á los Dioses. Cuando yo manifesté en mí semejante mancha, ¿podré mirarles con ojos firmes? ¡No. por cierto! Y si pudiese cerrar las fuentes del oído, no tardaría, puesto que cerraría así todo mi desdichado cuerpo y sería á la vez ciego y sordo; porque es dulce no sentir nada de los propios males. ¡Oh Citerón! ¿por qué me recibiste? ¿Por qué no me mataste al punto, á fin de que no pudiese jamás revelar á los hombres de quién había nacido? ¡Oh Polibo y Corinto! ¡Oh vieja morada, que se dice la de mis padres, vosotros me habéis criado, roído de males bajo la apariencia de la belleza! Porque ahora soy tenido por culpable y nacido de culpables. ¡Oh triple ruta, valle umbroso, bosque de encinas y estrecha garganta en donde desembocaban las tres vías, que habéis bebido la sangre paterna vertida por mis propias manos, os acordáis aún de mí, del crimen que yo he cometido todavía, habiendo venido aquí! ¡Oh nupcias! ¡nupcias! ¡vosotras me habéis engendrado, después me habéis unido á quien me había concebido, y habéis mostrado á la luz un padre á la vez hermano é hijo, una novia á la vez esposa y madre, todas las manchas más ignominiosas que haya entre los hombres! Pero, puesto que no se deben decir las cosas vergonzosas de hacer, os conjuro por los Dioses á que me ocultéis prontamente en alguna parte fuera de la ciudad; ó matadme, ó arrojadme al mar, allí donde no me volváis á ver. ¡Venid, no desdeñéis tocar á un miserable! Consentid, no temáis nada. Nadie entre los mortales, si no soy yo, puede soportar mis desdichas.

He aquí á Creón que viene para consentir en lo que pides y aconsejarte. No queda nadie mas que él que pueda ser en tu lugar el guardián de este país.

¡Ay! ¿qué palabras le dirigiré? ¿Qué confianza puedo tener en aquel á quien recientemente he dirigido tantas injurias?

No vengo á hacer escarnio de ti, Edipo, ni á reprocharte nada de tus primeros crímenes. Pero si no respetamos la raza de los hombres, respetemos al menos la llama de Helios, nutriz de todas las cosas, no revelando abiertamente una