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Edipo, rey

En una horrible angustia que no se puede ver ni oir.


Estrofa 1

¡Oh nube execrable de mi noche, que me has invadido, lamentable, invencible, irremediable! ¡Ay de mí! ¡Ay! de nuevo. Las punzadas amargas de mi mal y el recuerdo de mis crímenes me desgarran á la vez.

No es extraño, ciertamente, que, presa de tantas miserias, sientas una doble pena y una doble carga.


Antistrofa 1

¡Oh amigo! ¡Tú eres todavía para mí un servidor fiel, puesto que te tomas interés por mí que estoy ciego! ¡Ay! jay! No te me escondes, y aunque estoy rodeado de tinieblas, reconozco claramente tu voz.

¡Oh! ¡qué violencia has cometido! ¿Cómo te has atrevido á sacarte así los ojos? ¿Qué Genio te ha impulsado?


Estrofa II

¡Apolo! Apolo es, amigos, quien me ha hecho estos males, todos estos males; pero nadie me ha herido, sino yo mismo. ¿Qué me importaba ver, puesto que nada me era dulce de ver?

Ciertamente, ello es así como lo dices.


Estrofa III

¿Qué me queda, amigos, que pueda ver ó amar? ¿Con quién me agradaría hablar? ¡Llevadme con gran presteza